Heraldo de Aragón / Luis Rajadel
El Gobierno aragonés estima que 20.000 hectáreas de pinar de la sierra de Albarracín podrían generar 100 empleos.
Los resineros han vuelto a la Sierra de Albarracín tras un paréntesis de 40 años. El Departamento de Agricultura ha puesto en marcha un ensayo para comprobar si esta actividad, extinguida en a provincia en 1974, podría volver a ser rentable ante la caída de los costes laborales con la crisis y el aumento de la demanda de resina en el mercado internacional. Si la experiencia –que se desarrolla en cuatro lotes de pino rodeno– resulta favorable, 20.000 hectáreas de pinar podrían ponerse en explotación creando cien empleos.
La prueba, impulsada por los ayuntamientos de Albarracín, Bezas, Tormón y Rubiales, deberá evaluar si, con las actuales técnicas extractivas, se alcanza el umbral de rentabilidad, cifrado en dos kilos de resina por árbol al año. El precio de esta materia prima está situado en 0,98 euros el kilo y un operario puede manejar 5.000 árboles. Si esta ocupación no es suficiente para crear empleos por si misma, podría servir, al menos, para consolidar puestos de trabajo agropecuarios o en la silvicultura.
Manuel Ortega, encargado de llevar a cabo la experiencia de acuerdo con la DGA, lleva dos semanas con la primera fase del trabajo, que consiste en retirar la corteza de los pinos. En mayo, extraerá una lámina de madera del tronco para acceder a una capa intermedia de donde sale la resina, que se canaliza hacia las cazoletas de recogida. El proceso empieza al pie del árbol pero progresa, en sucesivas etapas, hasta una altura de dos metros y puede repetirse en varias caras de un mismo ejemplar.
Manuel trabaja en el mismo monte que fue escenario de las últimas campañas de resinado, en 1974. Señaló que este oficio es duro y el sueldo «raquítico», pero, si la prueba da buen resultado, le permitirá vivir en su pueblo, Bezas. Ha tenido que aprender el oficio desde cero, porque los antiguos resineros habían colgado ya los bártulos. Para formarse, viajó a Cuenca, donde la extracción de resina sustenta 140 empleos.
También ha echado mano de los conocimientos de los viejos resineros de la sierra de Albarracín, aunque sus técnicas han quedado desfasadas. La principal novedad es el uso de una pasta de ácido sulfúrico que retrasa el cierre de la herida por la que el pino pierde la resina. Esta fórmula solo se ensayó una vez en la anterior etapa resinera, lo que no permitió sacar conclusiones sobre su eficacia.
Manuel Ortega explicó que por los procedimientos tradicionales se obtenían 1,7 kilos de resina por pino en Teruel. Ahora, con «el ácido», la actividad puede mejorar su productividad y «ser rentable». Sería un respiro para los pueblos de la sierra de Albarracín, marcados por la despoblación y la falta de alternativas laborales.
El Departamento de Agricultura también cree que la resinación puede volver a ser viable tras el «giro radical que ha dado el mercado en los últimos años», como dice el jefe del Servicio de Gestión de Montes en Teruel, Emilio Pérez.
Explica que los grandes productores mundiales, como Brasil, China e Indonesia, han dejado de exportar por la sobreexplotación de sus montes o al absorberla su consumo interno. Paralelamente, los precios han subido y los costes han bajado, dos factores que «pueden volver a hacer de Teruel una provincia resinera». A juicio de Pérez, «hay expectativas, pero no seguridad de que la actividad sea rentable».
La transformación de la producción debería hacerse fuera de la provincia. Previsiblemente, en Cuenca, donde está radicada la planta procesadora más cercana, o en Segovia, la única provincia donde la resinación resistió contra viento y marea mientras desaparecía en el resto del país.