Heraldo de Aragón / V. Millán / Zaragoza
La vuelta de la resinación a Aragón, pendiente de 2.000 árboles
La Sierra de Albarracín está estudiando la vuelta de este oficio, perdido hace más de 50 años, para crear empleo.
Pino resinado
‘Emprender’, una palabra usada hasta la extenuación durante los últimos años, pero que no suele estar relacionada con el pasado. Sin embargo, en la Sierra de Albarracín están muy cerca de hacerlo recuperando una actividad que parecía destinada a ser parte de la muestra de un museo etnográfico. Por esta comarca turolense ha vuelto a oírse un oficio que llevaba más de medio siglo desaparecido, el resinero, que ahora, siguiendo una propuesta de cuatro pueblos de la zona está muy cerca de volver a la vida.
«Supimos de la intención de los pueblos de Albarracín, Bezas, Tormón y Rubiales de explorar la posibilidad de retomar la práctica de la resinación después de que hubieran visto que en provincias como Segovia o Cuenca había dado buen resultado, y de momento todo va como habíamos planificado», explica Emilio Pérez, técnico del Servicio Provincial de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente de Teruel, que junto a los Ayuntamientos implicados, la FACMP y otras entidades impulsaron la idea.
La resinación, consistente en la extracción de resina de los pinos para su posterior tratamiento y venta, fue una actividad recurrente en la zona al menos hasta los años 60. De hecho, el alcalde de uno de los pueblos implicados, Tormón, fue resinero en su juventud. Sin embargo, la llegada de la importación de la resina desde otros mercados más baratos como China o Brasil acabó ahogando una práctica muy sacrificada y que depende mucho de la estabilidad ambiental y la cantidad de resina que den los árboles.
Tras varios viajes y seminarios en los que participaron personas implicadas en experiencias de Segovia y Cuenca -donde la recuperación del oficio ha generado en poco más de dos años más de 700 puestos de trabajo-, la diputación de Teruel junto con la Asociación para el Desarrollo de la Sierra de Albarracín diseñó un curso para formar a 15 personas en este nuevo-viejo empleo en los pinares de Rodeno. «Había que probar. Es un oficio que se ha recuperado con éxito en otros sitios después de que subieran los precios de la resina importada, y en Albarracín se cuentan con pinares suficientes como para proponérselo», explica Pérez.
2.000 pinos tienen ahora la palabra
Ahora, tras las primeras tomas de contacto, el proyecto está inmerso en una fase crucial. 2.000 pinos de los alrededores de los cuatro pueblos interesados serán testados para conocer la cantidad de resina que pueden dar. Si cada uno da más de 3 litros, la opción es viable, lo que con más de 150.000 pinos explotables en la zona podría suponer una opción laboral para al menos una veintena de familias en los primeros años de intervención. Un fruto aún reducido y no comparable al éxito logrado en las dos Castillas, pero que supondría un fuerte complemento para la mermada economía de estos pequeños pueblos de Teruel.
Al cargo de las pruebas, que se prolongarán hasta noviembre, estará Manuel, un joven de Bezas que puede considerarse el primer ‘nuevo’ resinero de Aragón. «Ahora solo queda esperar», comenta el becense, que fue uno de los primeros en trasladarse a Cuenca cuando esta idea comenzó a tomar forma para formarse en la resinación.
«Es un oficio perdido que produce ilusión recuperar, y que podría complementar los usos forestales que ya se hacen aquí. Pero hay mucho por hacer aún», comenta. Junto a él, su esposa y otros tantos vecinos de la zona participaron en los cursos que personal de las empresas de Cuenca dieron hacia finales de febrero in situ en los pinares de Rodeno, aprendiendo un oficio que después de caer en el olvido vuelve a oírse de nuevo por la Sierra de Albarracín.