José Manuel Lorca Planes
No es porque estemos en Aragón, sino porque Dios ha hecho las cosas más bellas que la mente humana pueda imaginar. Hay que meterse en la piel de un creyente para poder disfrutar de la creación y del Creador, para poder disfrutar de la mano del Señor en todas las cosas, incluso en las más insignificantes, las de todos los días.
Pasar por la Sierra de Albarracín, o por el Maestrazgo de Teruel no supone nada de particular cuando uno va con prisa, pero si conduce otro y tienes la oportunidad de mirar con calma al exterior, de repente, aparece el espectáculo del color y de la vida, que bulle por todas partes, entre las amarillas hojas de los álamos y chopos, que, acariciadas por los rayos del sol, se transforman en la mejor joya del más diestro de los orfebres. Poned en este escenario los tímidos verdes que han dejado las tempranas lluvias; y los rojos-teja de los cerezos que se desnudan para pasar el invierno y soñar en primaveras… ¿Es posible disfrutar tanto y que sólo te cueste abrir los ojos?
Dios está presente en este mundo, ¡por supuesto!, porque si estas maravillas dependieran del hombre nos estarían cobrando, tendríamos que abonar tasas o tributos por la belleza… Pero esto es cosa de Dios y de nadie más, que sabe hacer muy bien las cosas y nos las regala para la felicidad de todos, altos y bajos, ricos y pobres, guapos y feos… ¡qué grande es Dios! Y pensar que las ideologías de este mundo quieren echarle de nuestros países, ciudades y pueblos, como si la religión fuera una peligrosa enfermedad de la mente humana. ¿Es que no saben que cuando se rechazan las tradiciones religiosas más puras y profundas, el hombre se aparta de su verdad, vive contra sí mismo y pierde la libertad? Esto no puede ser posible, Señor, nadie puede entrar en el interior de nadie para despedirte, porque creer en ti, depende de cada uno y no de programas. ¿Quién me impedirá fiarme de ti, creer en ti?¿quién osará intentar arrebatarme la alegría por el color del otoño?¿qué sistema podrá acabar con mi fe en Ti, Señor?
Recordad el Evangelio del domingo pasado, el del ciego que le dice al Señor, “Señor, que vea” y la respuesta de Jesús fue: “Tu fe te ha salvado”, ¿lo recordáis? Lo que le está diciendo el Señor es muy claro: “la solución está en ti”, te basta la fe. Nada es imposible para el que cree. La importancia de la fe la vemos en lo que dice a sus discípulos: si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: `Desplázate de aquí allá’, y se desplazará, y nada os será imposible” (Mt 17,20); en Nazaret dice San Mateo que no hizo milagros, por la falta de fe (Mt 13,58). En el Evangelio de hoy se puede deducir lo mismo, cuando el letrado le dice a Jesús que tiene en cuenta los mandamientos de Dios y ya habéis oído la respuesta del Señor: No estás lejos del Reino de Dios.
Mostraos tal como sois, desde la verdad, sin miedos al qué dirán, es posible que a alguien no le guste oíros decir que sois creyentes, pero qué le vamos a hacer, con decir la verdad no se ofende a nadie y es mejor definirse, dar signos, mostrar el sentido de la vida y decir a todos dónde está el centro de vuestra existencia: Jesucristo y luego, decirle al Señor, despacico, lo que hemos leído en el salmo: Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. Tú eres, mi Dios y le das sentido a toda mi vida, a toda mi historia, ten misericordia de mí, Jesús y perdona mis faltas y mis pecados… Acercarse a Dios con verdadera fe es necesario y decirle al Altísimo todos los días que nos ayude, porque es nuestro Dios, es urgente. Para el verdadero israelita no habían dudas, estaba muy claro quién era Dios, escuchad cómo nos lo presenta la primera lectura: Escucha Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Y uno que ama así al Señor no se olvida de los hermanos.
Con mis bendiciones para todos.
Obispo de Teruel y de Albarracín