Algo sobre la escultura de José Manuel Ramos

Rafael Prats Rivelles

Y un recuerdo personal de Utebo

Algo sobre la escultura José Manuel Ramos

No es que padezca manía persecutoria. Es que José Manuel Ramos, sin mediar mala voluntad, está marcando los territorios que conforman mi infancia. Primero fue Bejís, localidad del Alto Palancia castellonense, casi fronteriza con Aragón. Allí me plantó un monumento evocativo de Antonio Ponz, autor del primer inventario del patrimonio artístico español. Bejís fue mi lugar de veraneo durante varios años, a partir de los cinco de edad. Un lustro después, también en periodo estival, me acogió Utebo, que desde entonces ha permanecido en mi memoria como algo muy especial, como permanece también la familia Uriel.

Pero, hablemos de escultura, del trabajo de José Manuel Ramos, que es lo que ahora corresponde. Para ello, voy a repasar un texto que le dediqué hace algún tiempo, poniéndolo al día.

La escultura que viene realizando el turolense es una escultura contemporánea, en tanto que no trata de imitar los modelos de imaginería propios de otros tiempos. La obra responde a las inquietudes plásticas de su autor y tal vez sea esto lo mejor que pueda decirse de una pieza artística pública contemporánea: que el responsable ha actuado con arreglo a sus principios. José Manuel Ramos así lo ha hecho.

Sigue fiel a la utilización de los materiales: la piedra y el metal. La colección que ahora se presenta puede contemplarse como un resumen de su trabajo escultórico. Este breve recorrido por su trayectoria, adecuadamente seleccionada, permite observar el interés del creador por los materiales citados, cuya preferencia se mueve -como puede apreciarse- entre la piedra, de diferentes calidades y fisonomías, y el metal, hierro a veces y bronce otras.

“Retrospectiva de un camino”, título de la exposición, manifiesta ese contraste, presente prácticamente en cada pieza, en el cual reside uno de los acentos a tener en cuenta del lenguaje plástico de José Manuel Ramos, consecuencia del diálogo establecido por el escultor con sus materiales. Un diálogo en el que se respeta la voz de la piedra y el metal, para concluir conviniendo el resultado final, donde quedan patentes las tensiones interlingüísticas capaces de generar una dinámica propiciadora de la vitalidad de la obra.

Bien conocida en Utebo su pieza denominada Zeus, ahora nos propone el autor un recorrido por su trayectoria, en la que cabe observar el apuntado contraste y las citadas tensiones: uno y otras constituyen otro de los aspectos que, desde mi punto de vista, surge como fundamental en este proceso plástico: mientras la piedra opta por una presencia constructiva, el metal funciona expresivamente. Hay una suerte de comunión de orden y caos, de razones y emociones, que define la mentalidad contemporánea del producto.

En esa retrospectiva me permito resaltar algunos trabajos: Fundidos, un acercamiento a abrazos y besos de la escultura clásica, en el que nuestro artista parece actuar como alumno aventajado rodiniano; Indiferencia, donde se comunica la incomunicabilidad del ser humano; Abismo subraya la soledad que propicia la angustia y da la sensación de colocar al personaje al borde del suicidio; Vagabundo es el retrato de la miseria, de la marginación social, y finalmente La apuesta que, evidentemente, pone de relieve lo azaroso de la vida, su constante aleatoriedad.

Porque, en la obra de José Manuel Ramos, no sólo importa la estética, sino que también interesa la comunicación. Por eso cabe señalar que, mientras la piedra suele actuar como contexto más o menos escenográfico, delimitando el espacio escultórico, el metal se manifiesta como representación del ser humano, evocando las versiones de las pinturas rupestres, las cuales se sitúan en una suerte de minimalismo que las hace más propias del universo coetáneo.

Para terminar diré que José Manuel Ramos sabe jugar y conjugar el primitivismo con la modernidad, consiguiendo ese complejo resultado de esfericidad que supera cualquier fijación de las coordenadas espacio-temporales. Lo escribí hace tiempo y lo repito ahora, ya que la cuestión prosigue el mismo camino, en el transcurso del cual se va madurando la obra.

Rafael Prats Rivelles
Crítico de Arte.
L’Eliana, primavera de 2006

 

Escultura a la que hace referencia Rafael Prats ubicada en Bejís -Castellón- en homenaje a Antonio Ponz. 1992
Publicado en 2006
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