Juan Sánchez Villalba / Zaragoza
Bienes de las parroquias aragonesas
Hemos llegado a un conflicto entre dos regiones, a nivel político, claro está, pues los pueblos siguen siendo hermanos y desean convivir pacíficamente.
Y dejemos a un lado a la Santa Madre Iglesia con su dudosa inconcreción y su sentido de la infinita inmortalidad y sus lagunas morales.
Pues bien, que Aragón tome cartas en el asunto y lo vea tal cual es, sin ningún pudor, porque antes le han ofendido los otros, y habrán de ser también los ciudadanos de las parroquias implicadas los que demuestren su amor a lo suyo propio, su lealtad a Aragón, sin menospreciar lo que les une a sus vecinos catalanes, pues con frecuencia, en la firmeza está la mayor virtud. Entre todos los vilipendiados, primero por el obispo de Lérida, con su obstinada desobediencia la Iglesia, que ha hecho méritos para la excomunión; alcalde de Lérida, presidente de la Diputación de esta provincia, y en definitiva con el descarado y vejatorio apoyo de la Generalitat de Cataluña.
Puestos a dudar, en una guerra de intereses, porque no puede ser otra, veríamos quienes saldrían ganando, si los catalanes o los aragoneses. Que los ofendidos se pongan de acuerdo, y aquí los ofendidos son el pueblo de Aragón; confeccionen un catálogo con todas las obras de las parroquias que no quieren devolver, y cuantas obras de dudosa adquisición posea Cataluña, a menos que exista aval constatable de la legalidad de adquisición. El catálogo estará ilustrado con la historia y peripecias de cada obra, y la situación y lugar donde se encuentra, y póngase al alcance de todo el que desee adquirirlo.
Tendremos así un documento valioso con el que consolarnos, al menos, por el daño que se nos ha hecho, a la vez que una herramienta de gran utilidad, por si, en tiempos venideros, algún aragonés o equipo de aragoneses de recia voz y abnegado patriotismo desea continuar la labor de recuperación de parte de nuestro patrimonio ausente.