Mi agradecimiento por haberme permitido asomar a ésta pequeña gran ventana a la que llego con la ilusionada intención de recuperar lo que considero un documento para la memoria histórica, más que de nuestro pueblo, de nuestra gente; y concretamente de las que fuimos niñas por aquéllos años sesenta, de grato recuerdo aunque carecíamos de casi todo, incluso de preocupaciones.
Como se trata de canciones, la voz cantante la hemos tenido las mujeres, pero no en exclusiva, pues también se oía cantar a los hombres mientras andaban con los animales; y sobre todo en el trillo.
La verdad es que yo recuerdo que se cantaba con frecuencia; en casa, en el campo, y nosotras en la escuela cada día, pues por la tarde solíamos hacer labores y ese era un buen momento para ello. Y al salir de paseo, “de merienda” a las Tajadas o a Fuentebuena, cantando por el camino.
Digo que no son patrimonio del pueblo porque estas canciones son un legado de procedencia diversa:
La mayor parte de ellas llegaron de voz de las diferentes maestras desde sus respectivos lugares de origen, que lo mismo podía ser Cuenca que Ávila o Segovia. Las primeras que aprendimos fueron las que oímos cantar a nuestras madres, como la del Conde Olinos; tal vez a ellas también les enseñaron sus maestras unos cuantos años atrás. Otras, principalmente cantadas para acompañar algunos juegos, por ejemplo: la Chata Merenguera, vinieron con las hijas de los Resineros, que procedían de la zona de Castilla en su mayoría.
Mi interés en recopilar este patrimonio, me ha llevado a buscar a veces una sola línea o una palabra que no conseguía recordar, hasta que la suerte o la memoria me la han traído de nuevo a la mente.
He omitido algunas que aún formando parte de nuestro repertorio, por ser más populares no considero necesario “recuperar”, puesto que casi son de dominio público, como: Asturias, Desde Santurce a Bilbao, la Tarara, Clavelitos …
Estoy segura de que más de dos, aunque lleven veinte años sin acordarse de alguna de estas canciones, al verlas van a revivir inmediatamente aquéllos años, y si ello tiene un efecto favorable sobre alguien, me veré gratamente recompensada porque se habrá cumplido mi objetivo.