Heraldo de Aragón
La Sierra de Albarracín recupera la producción de resina en los pinares de Bezas
Un empresario local inicia la actividad en un monte con 2.500 pinos después de 40 años de paralización
Manuel Ortega, empresario de Bezas que ha decidido recuperar la extracción de la resina en una parcela de 2.500 pinos Jorge Escudero
La actividad resinera ha vuelto a los montes de Albarracín después de más de cuarenta años de interrupción, si bien la explotación de este producto obtenido de los troncos de los pinos es por el momento testimonial, nada que ver con la importante industria que hasta los años setenta del siglo pasado se desarrolló en la comarca.
Manuel Ortega, el único resinero de la provincia, ha recuperado este año la tradición ancestral con una campaña que está a punto de concluir y que le ha llevado ocho meses de trabajos en un monte público de la localidad de Bezas. En total, ha obtenido en torno a 5.000 kilos de resina extraída de 2.500 pinos de la especie pinaster (denominado rodeno en la zona), la variedad más productiva. Ortega insiste, no obstante, en que se ha planteado este negocio «únicamente como complemento, porque es difícil vivir exclusivamente de esta profesión».
Todavía no sabe si continuará la actividad tras los cinco año de duración del aprovechamiento forestal por el cual pujó en el Ayuntamiento de Bezas. «La climatología de la provincia de Teruel, con temperaturas muy frías, hace que la producción sea menor que en otras zonas españolas donde ahora también se está recuperando la explotación resinera», relataba. «La rentabilidad, por tanto, es mucho menor que en otros lugares, como Segovia y Cuenca», matizaba. En estas zonas, a igual superficie de monte se extraen entre 4.000 y 5.000 kilos de resina en una campaña normal.
Con todo, la rentabilidad de la industria de la resina es ahora mucho mayor que antes de abandonarse la actividad en la zona en los años setenta. La introducción de nuevas técnicas, sobre todo sustancias químicas que estimulan el flujo de la savia arbórea, permite multiplicar la producción. Manuel Ortega recuerda que a principios del siglo pasado, esta explotación tenía una gran implantación en la Sierra de Albarracín, pero empezó a decaer tras importar España resina procedente de Brasil, China o Indonesia, mucho más barata. Esta, sin embargo, en los últimos años se ha reducido por la sobreexplotación de los montes en esos países.
Considera, igualmente, que el negocio resultaría todavía más rentable con la presencia de nuevos emprendedores que permitieran un abaratamiento de los costes de producción. Tras la recolección de la resina, Manuel Ortega transporta el producto en bidones de 200 kilos a una fábrica de procesamiento de Cuenca, una operación que debe realizar con camiones grúas. Asegura que el coste por el traslado podría reducirse notablemente en caso de compartirlo con otros productores.
Tras un estudio sobre la viabilidad de este trabajo forestal con gran tradición en la zona, promovido por el Gobierno de Aragón en 2012, surgió un primer resinero en Tormón, pero este año ha abandonado la explotación, según aseguraba Manuel Ortega, que confirmó que en estos momentos solo él se dedica a esta profesión casi extinguida. Su empresa es de carácter familiar. «Cada quince o veinte días, pasamos por el monte para vaciar las macetas», explicaba. «Lo que permite –añadió– que pueda tener otras ocupaciones forestales, incluso estoy en una torre de vigilancia en verano». Su producción va destinada a la industria farmacéutica, después de haber sometido la resina a un proceso de destilación y solidificación en la planta de Cuenca. Pero sus posibilidades de mercado son múltiples, según sostiene el resinero, ya que la resina natural es muy apreciada para la fabricación de ruedas de coches o de cera depilatoria.