Diario de Teruel / F. J. M.
Francisco Sánchez, de espaldas, explica a los participantes en la visita cómo funcionaba el campamento escuela
Una de las rutas de fuga del campamento
Unas personas consultan un panel explicativo
Los ecos de la AGLA todavía resuenan en los montes entre Bezas y Tormón
Una visita al campamento escuela de los guerrilleros cierra las X Jornadas de Memoria Histórica de la Asociación Pozos de Caudé
Los ecos de los guerrilleros republicanos que lucharon contra la dictadura franquista todavía parecen escucharse en los Montes Universales. El campamento escuela de la Agrupación Guerrillera del Levante Aragón (AGLA), entre los términos municipales de Bezas y Tormón, conserva entre sus paredes de Rodeno la esencia de lo que supuso la lucha armada contra el único régimen fascista que perduraba en Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Una visita guiada al mismo, en la que participaron unas cincuenta personas, puso fin ayer a las X Jornadas de Memoria Histórica organizadas por la Asociación Pozos de Caudé.
Escondido en lo más profundo del Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno, fue concebido como una escuela de guerrilleros tras la experiencia adquirida por los republicanos españoles en Francia. Allí habían luchado al lado de la resistencia francesa contra los nazis, y al terminar la Segunda Guerra Mundial regresaron a España para hacer lo mismo contra la dictadura franquista.
El objetivo era hostigar al régimen con continuos sabotajes hasta provocar un levantamiento general. Para ello había que formar a los guerrilleros, conocidos también como el «maquis», que es como se llamaban en Francia, y la escuela campamento de la AGLA en los Montes Universales tuvo esa misión.
Quienes acudieron ayer a la visita guiada querían saber sobre algo que la historia oficial del franquismo ocultó. El régimen los llamó bandoleros, pero entre sus filas había desde campesinos y maestros hasta ingenieros. Ellos se encargaron de formar a quienes acudían al campamento para dispersarse por todo el Levante español. Además de formación política y en la lucha armada, muchos aprendieron allí sus primeras letras y cultura general.
El presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, fue el encargado de guiar a los participantes en esta actividad y explicarles con su característico entusiasmo los distintos emplazamientos del campamento: el sitio donde se instalaba la pizarra, la cocina, los dormitorios, las rutas de fuga a través de estrechos pasillos entre rocas de rodeno, y el mirador, donde alguien ha colocado una bandera republicana para recordar que aquellas personas no eran bandoleros sino gente que luchaba por el restablecimiento de la República.
Acondicionado y señalizado por el programa Amarga Memoria durante la pasada legislatura, varios paneles informativos explican dentro del campamento cómo era la vida en el mismo y su organización.
La Asociación Pozos de Caudé también quiere que se conozcan estos lugares porque forman parte de la memoria, y quienes ayer asistieron a la visita así se expresaron también por el silencio que ha existido y la tergiversación histórica que hizo el franquismo.
El campamento escuela de la AGLA se creó a principios de 1947 y a finales de ese mismo año, el 20 de diciembre, fue asaltado por la Guardia Civil y los guerrilleros se dieron a la fuga. Hoy vuelve a enseñar a quienes lo visitan que las libertades hay que ganarlas con la lucha diaria, no con la resignación.