Diario de Teruel / Mª Ángeles Moreno
Los pueblos pequeños del entorno de la capital, un edén para los ancianos
Un estudio científico realizado por personal sanitario del Centro de Salud Rural de Teruel, desde el que se atiende a una población de 2.400 habitantes de 19 municipios pequeños próximos a la capital, apunta que el medio rural turolense es más saludable y beneficioso para la vida de los ancianos que el de otras provincias españolas y, por supuesto, mucho mejor que el ambiente de una gran ciudad.
El trabajo, que ha obtenido el premio nacional de la Sociedad Española de Medicina General y Familia, señala que mientras en el medio urbano un 60% de los ancianos mayores de 75 años están en situación de fragilidad -alto riesgo de sufrir un deterioro importante o de tener que ingresar en una institución de por vida-, en las pequeñas poblaciones del entorno de la ciudad de Teruel este porcentaje se reduce a un 14%. En otras zonas rurales del país, por ejemplo de Guadalajara o Huelva, el índice de mayores frágiles ronda el 30%.
Para el médico de Atención Primaria que, junto con un equipo de tres enfermeros, ha hecho el trabajo, Rafael Gómez, el bajo número de ancianos de riesgo que hay en el entorno de Teruel se debe, en gran parte, al soporte familiar y vecinal que existe y que tiene todavía un gran peso en los municipios pequeños de la provincia. Cónyuges, hijos, hermanos, primos y sobrinos, o bien vecinos, asumen la tarea de ayudar al mayor, frenando su deterioro. Lo pueden hacer porque la gran mayoría trabaja en el campo y eso les permite gozar de una flexibilidad de horario que no la tienen las personas de la ciudad, sujetas a un ritmo laboral más rígido.
Menos soledad
Así, podría decirse que la despoblación no siempre es igual a soledad. Ni uno de los 278 ancianos encuestados para elaborar el estudio se encuentra sin nadie a quien acudir si precisa ayuda, aunque viva solo. El trabajo se hizo con vecinos de localidades golpeadas por la emigración y que hoy no superan los 300 habitantes. Algunas son Caudé, Bezas, Rubiales, Cuevas Labradas, Formiche Alto o Bajo o La Aldehuela. «Siempre hay alguien que puede echarles una mano, atenderlos en casa, llevarlos al hospital o a un centro de salud, mientras que en la ciudad, el anciano que vive solo en un bloque de pisos es posible que no conozca a ninguno de sus vecinos», explicó Gómez. Para clasificar a un anciano como frágil, los autores del estudio valoraron, además, si este come caliente varios días a la semana o no, si precisa de alguien que le ayude a menudo, si su salud le impide salir a la calle, si oye o ve mal y si recientemente estuvo ingresado en un hospital.
También el fácil acceso al médico de cabecera tiene sus ventajas. En Caudé, el facultativo de Atención Primaria pasa consulta todos los días y los vecinos pueden acudir a ella, si es preciso, sin avisar. Como en estas poblaciones todo está cerca, los pacientes acuden por su propio pie a la consulta, un desplazamiento que les lleva uno o dos minutos, cinco a lo sumo.
Hay otro factor, y es que el anciano permanece en el entorno en el que vivió cuando era joven. «Un anciano trasladado a una ciudad grande, decae irremediablemente. No puede apenas salir de casa porque hay coches por todas partes, no conoce las calles, no puede pasear. Es evidente que el medio rural reduce el riesgo de caer en la fragilidad», asegura Gómez.
A este facultativo, que conoce a cada uno de sus pacientes por su nombre de pila y tiene con ellos un trato casi familiar, le extraña cómo algunos municipios del entorno de Teruel se despueblan. «Los servicios son buenos, los colegios no ofrecen riesgo de cerrar a medio plazo y al estar a un paso de la capital, los vecinos tienen las ventajas del campo y una ciudad cerca donde poder comprar», dice. «Y es que la soledad -concluye- es más soledad en la ciudad que en el campo».