Los trogloditas de Las Tajadas

Julián Sánchez Villalba

TRIBUNA ABIERTA

Los trogloditas de Las Tajadas

Expertos en arqueología creen que este singular poblado troglodita de Las Tajadas de Bezas, pudo pertenecer a las tribus de Lobetanos, que ya Ptolomeo cita como celtíberos. Su plaza fuerte sería, sin duda, Peña del Hierro, que con el elegante peñón de Tajada Bajera, formaban un conjunto casi inexplugnable, a la vez que sumamente armonioso y bello.

La configuración de este poblado, Peña del Hierro, Tajada Enmedio y Tajada Bajera, tiene cierto paralelismo con el actual pueblo de Bezas, cuyo proceso de poblamiento humano ignora el autor de este humilde trabajo. Barrio de arriba, barrio de abajo, y un cordón umbilical que los une, casi tierra de nadie, pero que conforma el pueblo, y por donde era y es forzoso comunicarse.

Diferencias entre Peña del Hierro y Tajada Bajera las hubo, sin duda alguna, porque de alguna manera eran dos tribus distantes, un tanto belicosas, en su condición del sedentarismo practicado por pura necesidad y conveniencia. Lo poco que el entorno daba había que repartirlo y, en esto, las gentes de antes o de ahora no han sido excesivamente generosas; así que nos imaginamos a los de la parte de arriba del poblado y a los de la parte de abajo, enzarzados con cierta frecuencia en disputas verbales al menos. Hay una preciosa calle que separa Peña del Hierro, pasando por Tajada Enmedio, y Tajada Bajera que sería testigo un tanto indolente de los mamporros que se dieron unos y otros, y de las grandes zancadas que por allí dieron para escapar hacia la guarida a lamerse las heridas.

Está comprobado que aquellos hombres del Paleolítico Superior ya dirimían sus diferencias con achuchones: quítate para que me ponta yo, esto es más mío que tuyo, tú vete a tu Tajada de arriba, tú vete a tu Tajada de abajo; unos con su porte de dominantes, porque estaban arriba; los otros porque estando abajo disfrutaban de más cosas porque con ellos la naturaleza les había sido más pródiga; todos entre el cretinismo descarado y la hurañía, embrutecidos con frecuencia por la ignorancia y la soberbia.

Así dirimían los agravios, que transformaron sus mentes y los volvieron más pasivos (hoy llamaríamos pasotas) sin acertar a dar solución a sus verdaderos problemas y males, que les condujo a decisiones por erratismo, al abandono paulatino (gota a gota diríamos hoy) de sus queridos santuarios, irrumpiendo en ellos la codicia por nuevas formas y modos de vida, que les llevaron a la malformación y al olvido de comportamientos pretéritos, con sus vicios y todo, cayendo en el victimismo desmedido, la íntima egolatría, freno para edificar el nuevo poblado, un nuevo núcleo con gracia.

Se cierne cierto oscurecimiento sobre este antiquísimo poblado de Las Tajadas. Apenas sabemos cómo vivió, cómo es extinguió; pocos científicos se han ocupado de este querido lugar.

¿Es aventurado suponer que el actual pueblo de Bezas, sus habitantes, por supuesto, descendemos de los trogloditas de Las Tajadas, que de ellos heredamos estas costumbres y modos, que nos distinguen como un pueblo de comportamientos tan singulares? Valdría la pena averiguar de dónde procedemos, por si llegara a confortarnos el saber que lo nuestro es pura herencia genética, no tara nacida de practicar vicios equivocados.

A ver si es que, simplemente, lo que necesitamos es estrecharnos más la mano (no tan sólo para el simple saludo) querernos, valorarnos un poco más y mejor, para erradicar posibles vicios adquiridos o caprichos de la genética, para detener el deterioro de las mentes, que a nuestro pueblo no le ocurra como a las tribus de Las Tajadas.

¿Puede alguien imaginar el atractivo que hoy tendría nuestro pueblo de Bezas si aquellas tribus de Las Tajadas no hubiesen abandonado sus hogares en lugar tan bello, edificando allí un nuevo pueblo? Bezas ya es bonito de por sí, pero edificado en Las Tajadas ningún otro pueblo nos igualaría en belleza. Aún tenemos oportunidades para conseguirlo, pero en el lugar que hoy está situado.

Publicado en 2006
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