Junto al Arroyo de Bezas –Regajo- (que con el Barranco del Valle llevan sus pobres aguas al Guadalaviar), está situado Bezas, con una altitud de 1.165 metros, y una temperatura media de 11,4º C. Sector suroccidental de la Comunidad de Albarracín, su Municipio tiene una superficie de 26,30 Km2.
Se accede desde Teruel por la carretera (Teruel-Tormón), desde Cuenca a través de El Cañigral y Valdecuenca; desde Gea y Albarracín por pistas forestales las cuales, si bien cabría mejorar, el tránsito por las mismas es aceptable, parte de estas están asfaltadas. 21 kilómetros separan a Bezas de la capital de la provincia Teruel, 15 de Albarracín, 12 de Gea, 8 del Campillo y 9 de Valdecuenca y Saldón, siendo estos sus referentes más cercanos.
Una vez lo dejaremos atrás e iremos ascendiendo por el Carrascal, nombre que ha quedado en la toponimia del lugar por estar el monte poblado de carrascas; encinas de pequeño tamaño. Llegaremos a «El Campillo«, también barrio de Teruel, situado sobre una meseta entre las ramblas del Cabello y la Barrachina a 1.126 metros de altitud y 12 Km. de Teruel.
Tras serpentearlo alcanzamos una elevación de terreno desde donde distinguimos un cambio en el entorno, el monte bajo da paso a lo lejos al pinar cerrado, cambiando la tonalidad marrón rojiza de la tierra por la verdosa del pinar.
Dejando a la izquierda el desvío que nos llevaría a Rubiales, seguimos por los llanos del Campillo donde entre campos de cereales –la mitad yermos-, podemos recrear nuestra vista en un terreno de suaves lomas pétreas, cubiertas de la bella e incomparable “sabina pudia”, longeva y desafiante al duro clima, que da al paisaje tintes de bucólica paz en primavera sobre todo, con el amarillo inmenso de “la flor de la aliaga”, el perfume de “la salvia”, del “espliego” y la blancura de “la flor del gamón”, alimento y golosina antaño del cerdo. Ya sobre los llanos de Bezas distinguimos a lo lejos las estribaciones de La Sierra de Albarracín, destacándose el cerro de Sierra Carbonera con sus 1.537 metros de altitud.
Vaya el viajero tranquilo por estos secarrales
Los bezanos, grandes previsores, construyeron hace muchos años una amplia red de estupendos aljibes, dos a pie de carretera, en la Masada y en Los Llanos, y abundantes parideras para el ganado, donde el “peregrino” de estos bellos lugares, encontrará en todo tiempo agua y cobijo. “El corral del Huyelo” (a la derecha) y “la trinchera” (recorte de terreno por el que discurre la carretera, en clara alusión a la Guerra Civil donde fue especialmente dura), son el preludio del pueblo que distinguimos abajo en la pequeña hondonada que se abre a nuestros pies.
Naturaleza, tranquilidad y sosiego tal vez sean las tres primeras impresiones que sintamos al contemplarlo; bueno, y cariño hacia esa tierra en lo más profundo de nosotros. Como un remanso entre montañas frondosas de pinares y roquedales impresionantes y tomando una caprichosa forma en “S”, el pueblo se adapta a la topografía, separando de forma evidente lo que será el barrio de arriba y el de abajo, dando esto lugar antaño a rivalidades entre ambos, los entrelazan pequeñas callejuelas incluso con algunas escalinatas.
Bezas es el primer pueblo que encontramos de los 23 que conforman la “Comunidad de Albarracín”; Jabaloyas, Terriente, Saldón, Valdecuenca, Vallecillo, Toril, Masegoso, Bronchales, Orihuela del Tremedal, Rodenas, Pozondón, Monterde de Albarracín, Villar del Cobo, Noguera, Griegos, Guadalaviar, Frías de Albarracín, Moscardón, Calomarde, Royuela, Torres de Albarracín, el propio Albarracín y Bezas. Es precisamente su historia lo que justifica esta unidad comarcal y sistema organizativo propio de la conquista medieval.
La mayor parte de este territorio fue durante la dominación musulmana, un reino de taifas, teniendo como capital Albarracín. El medio físico es así mismo lo que permite perfilar el espacio comarcal, siendo estos dos factores los que en gran medida condicionan las características humanas y las diferentes actividades económicas de la sierra.
Bezas no es un pueblo en el que se pueda contemplar íntegramente la estampa de tiempos pasados
Si bien, sigue habiendo rincones por doquier donde recrear la mirada, rememorando lo que fue. La iglesia parroquial de la Visitación del siglo XVI, de mampostería, arquitectura tradicional rústica, grandes paredes y muros sin apenas argamasa, de las que son muestra sus estupendos pajares, en contraste con sus preciosos muros de piedra rodena. El pueblo se ha ido modernizando, se han arreglado las casas y construido nuevas, goza de una infraestructura extraordinaria: servicio gratuito de agua en las casas directo de los manantiales, estupenda instalación eléctrica, red de alcantarillado y vertido, edificios municipales, casas de médico y maestros, las escuelas, hoy cerradas y recuperadas para los actos a celebrar sobretodo en las fiestas de agosto. Otras infraestructuras como el horno de leña que suministra el pan a diversos pueblos de la sierra (si tienes ocasión, prueba sus cañadas), la fábrica de harinas (futuro establecimiento hostelero) y el cine, todavía en activo para películas y teatro en fiestas, desde cuya terraza se contempla un paisaje maravilloso y bucólico. Es un perfecto punto de partida para hacer incursiones a toda la serranía, cerca de todo y con la tranquilidad de un pueblo que en la actualidad tiene 70 personas empadronadas siendo 35 los residentes habituales. Atrás han quedado los aproximados 375 habitantes, unas 116 familias que tuviera en su época de mayor esplendor, año 1950, sus dos escuelas funcionando con más de 30 niños/as en cada una, maestro y maestra, médico, practicante y cura residente en el pueblo. Componían el partido Bezas-Campillo-Rubiales. Cuando la minería y el resinado del pinar hacían de Bezas un pueblo próspero con todas sus casas al completo. Es por algo que se acuñara aquella frase que alguna vez hemos podido oír en los lugares más lejanos: