Diario de Teruel. 22 de marzo del 2024
Imagen de ‘Los monólogos de la vagina’ interpretados por las actrices que forman parte de la compañía ‘Siete Aguas’, que este sábado estarán en Bezas. José Marín
Por Miguel Ángel Artigas
En 1996 la activista social y dramaturga neoyorquina Eve Ensler escribió Los monólogos de la vagina, una obra que se gestó para denunciar las violaciones y feminicidios silenciados, pero que luego fue mucho más allá y se convirtió en un texto icónico de la causa feminista para dar voz a mujeres de todas las edades y condiciones contra el discurso social eminentemente falocrático. En muchos contextos escuchar a mujeres de 50, 60 u 80 años hablar de su clítoris con naturalidad es hoy en día tan revolucionario como lo era hace 30 años. “Por eso sigue siendo tan necesaria esta obra de teatro”.
Lo dice Jacobo Roger, dramaturgo y director de la compañía teatral Siete Aguas de la localidad valenciana, que representará una adaptación de Los monólogos de la vagina en Bezas, a partir de las 20 horas de este sábado. “Han pasado 30 años y vivimos tiempos conservadores”, explica Roger, que además es director del festival Matarranya Intim. “La sexualidad femenina sigue siendo tabú, y aunque una chica de 20 años ya puede hablar con normalidad de ella, parece que no pueda hacerlo una de 80”.
El elenco de actrices de Siete Aguas es intergeneracional, pero no baja de los 40 años y llega hasta los 74. Pero lo mejor de Vallivana Galdón, Marian Martínez, Vicente Moltó, Noemí Zanón, Gema Sánchez, Pilar Sánchez y Maribel Zahonero es que son mujeres de verdad, que se interpretan a sí mismas, y que no contienen ni un solo gramo de impostura. “Son divertidísimas y el espectáculo tiene mucha fuerza porque son mujeres mayores, descaradas, pero muy tiernas y con las que es muy fácil empatizar”, afirma el director. “El escenario es un reflejo de los patios de butacas. Cualquier mujer de cualquier pueblo va a ver que las mujeres que participan son exactamente iguales a ellas. Mujeres honestas que hablan de sus cosas, del sexo, de los orgasmos o de sus problemas con total naturalidad, sin ningún miedo a que las juzguen”.
Por una vez la mujer y sus asuntos se ponen en el centro, y no se pone con paternalismo y autosuficiencia, solo para un ratito, se pone en mayúsculas y hablando de lo bonito y de lo feo. “La obra es divertida pero también tiene momentos duros, porque también hablan de la violencia. Pero con sentido del humor las cosas entran mejor”.
La función, que hay girado ya por numerosos pueblos de Valencia y también de la provincia de Teruel, es muy bien recibida por el público masculino. “Siempre hay más mujeres en el teatro, porque siempre hay más mujeres en todo lo que tiene que ver con la cultura, pero también vienen hombres a vernos. Y se ríen muchísimo, se lo pasan en grande. Las afirmaciones que se lanzan son tan aplastantes y divertidas que hay que aceptarlas”.
Roger admite que además de “risa” y “empatía” la obra también causa un poco de “escándalo”, porque con esa intención fue escrita. Sin embargo ¿qué debe ser el teatro sino escándalo, subversión y un espacio de seguridad donde atreverse a ponerlo todo patas arriba? “En los pueblos donde hemos ido la gente nos ha felicitado mucho”, asegura Jacobo Roger. “Hace tiempo en uno de los pueblos de Teruel donde actuábamos una mujer mayor nos decir: ‘Aquí traednos cosas modernas como esta, que para lo antiguo ya tenemos la televisión’”.