Diario de Teruel / Redacción
Las obras de unas viviendas dejan al descubierto tres hornos del siglo XIII
El derribo de un grupo de inmuebles para la construcción de un nuevo edificio de viviendas en la zona de La Nevera ha sacado a la luz los restos de un conjunto alfarero medieval, el más antiguo de Teruel y uno de los más importantes de la península Ibérica. Sus dimensiones lo sitúan también como uno de los más grandes de Europa.
El alfar, tres grandes grandes hornos con sus correspondientes testares (depósitos contiguos donde se arrojaban las piezas rotas y defectuosas) constituyó el centro de elaboración de buena parte de la abundante producción cerámica elaborada a lo largo de más de 200 años por nueve generaciones de alfareros turolenses, entre primeros del siglo XIII y finales del XV.
Tres primeras semanas de excavación arqueológica han permitido recuperar casi 10.000 fragmentos de piezas cerámicas que constituyen un valioso elemento de estudio para conocer con mayor profundidad la historia de los orígenes de la ciudad. Los expertos han calificado el hallazgo como algo “auténticamente excepcional”.
El conjunto está localizado junto al mercadillo municipal, entre el edificio del Archivo Histórico Provincial y la cuesta de la Merced, en el solar que hasta su derribo ocupaban la casa de la panadería La Nevera y el establecimiento Muebles Tina.
Un equipo de doce personas dirigido por el arqueólogo Javier Ibáñez se encarga, desde hace tres semanas, de los trabajos de excavación arqueológica. Las tareas han obligado a paralizar temporalmente las obras del nuevo edificio, en tanto prosigue la investigación y se determina el valor de otras estructuras aparecidas en el lugar.
El área excavada hasta ahora ocupa 620 de los 1.400 metros cuadrados del solar y, por el momento, resulta imposible determinar el tiempo que durará la labor investigadora, ya que todavía falta por excavar el 95 por ciento del conjunto.
No obstante, el director general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, Jaime Vicente, aseguró ayer que en el transcurso de las próximas semanas, algún mes a lo máximo, se plantearán “alternativas” que permitan compatibilizar la conservación de los restos con la construcción de las futuras viviendas.
Falta mucho por investigar
Por el momento, y a falta de profundizar en la investigación sobre el estado de las instalaciones – no se descarta la posibilidad de encontar un cuarto obrador – no se dispone de información y elementos de juicio suficientes para decidir si será necesario conservar los hornos en el propio lugar, o si, por el contrario, podrán ser recuperados y trasladados. “Inicialmente, cualquier opción es posible”, indicó Vicente.
En cualquier caso, la intención última de la Dirección General de Patrimonio es causar el mínimo perjuicio posible a la empresa promotora, Construcciones Vicente Pérez, cuyos responsables han mostrado desde el primer momento “una sensibilidad especial” por la conservación de este singular bien patrimonial.
El solar se encuentra dentro del área del Conjunto Histórico de Teruel, zona de protección de patrimonio cultural que obliga a realizar prospecciones arqueológicas de los terrenos destinados a construcción.
La ley obliga a los promotores a correr con todos los gastos de las excavaciones, aunque en aquellos hallazgos de excepcional importancia, como ocurre en este caso, el Gobierno aragonés concede ayudas económicas para aminorar los costes que comporta la realización de los trabajos. Este tipo de ayudas se ha concedido ya con anterioridad a otras empresas que han ejecutado obras en el Casco Histórico.
La intervención arqueológica, que por el momento se limita al 44 por ciento de la superficie, se extenderá a todo el solar aunque, de acuerdo a los primeros indicios, todo parece apuntar a que la extensión del alfar no llega a ocupar el conjunto del terreno.
Los orígenes de la cerámica turolense
Las cerámicas encontradas en el conjunto alfarero de La Nevera constituyen, según las primeras estimaciones, el primer vestigio de la actividad alfarera de la ciudad, que alcanzó su mayor periodo de esplendor en el siglo XIV y primeros del XV.
La mayoría de las piezas recuperadas en los testares corresponden a la conocida como “Fase Mudéjar” de la cerámica decorada de Teruel y su producción coincide en el tiempo con la construcción de la torres, aunque también se han localizado restos de una época anterior que enlazaría, en su concepción fabril, con la cerámica árabe del periodo andalusí.
Según, el director de la excavación arqueológica, Javier Ibáñez, en ningún momento puede hablarse de cerámica propiamente árabe, ya que no consta ningún antecede histórico de ocupación musulmana de la ciudad. En su opinión, las cerámicas más antiguas habrían sido elaboradas por mudéjares que conservaban las antiguas artes del oficio, transmitidas a través de generaciones.
Los testares han arrojado restos de cántaros, ollas y azulejos cerámicos utilizados para decoración, entre ellos un tintero decorado que corresponde a finales del siglo XIII o primeros del XIV.
Las piezas vidriadas pertenecen a la serie conocida como “verde y morada”, sin que, por el momento, se haya encontrado ninguna cerámica correspondiente a la “serie azul”.
Los motivos de decoración más abundantes son los ya conocidos de los “siete cielos” (círculos concéntricos), el “árbol de la vida” o la “mano de la vida”. Por el momento, no existe ningún elemento de información que vincule los hornos a la cerámica vidriada de las torres mudéjares.
Los alfares turolenses desarrollaron una gran actividad durante todo el siglo XIV, en furibunda competencia con las producciones de procedentes de Paterna y Manises. De hecho, la alfarería de Muel y Zaragoza, no empezó a prosperar hasta que no se produjo la decadencia de Teruel. El propio Martín el Humano contrató los servicios de un ceramista turolense para decorar su palacio de Barcelona.