CRUZ AGUILAR
La Dirección General de Patrimonio Cultural ha iniciado el expediente para declarar el juego de la morra de la provincia de Teruel como Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial. Este procedimiento lleva consigo la aplicación inmediata del régimen de protección establecido para este tipo de bienes. Durante un mes estará abierto un periodo de información pública para que se presenten las alegaciones que se estimen oportunas.
Según figura en el expediente, el juego de la morra o de los dedos se practica desde la Antigüedad en el mundo mediterráneo, con especial presencia en los territorios de la Corona de Aragón y sobre todo en la provincia de Teruel. Ha pervivido hasta la actualidad de manera casi inalterable con gran presencia en la Sierra de Albarracín, aunque también se juega en la Comunidad de Teruel, Jiloca, Bajo Aragón, Matarraña, Maestrazgo, Cuencas Mineras y Gúdar – Javalambre.
Entre las localidades donde se practica hay ciertas similitudes puesto que todas ellas están ubicadas a cierta altitud, son comunidades rurales pequeñas y coinciden en una determinada idiosincrasia.
Jasa Guarc, que es miembro de la Asociación Amigos de la Morra y uno de los encargados de elaborar la documentación, explicó que hace años que surgió la idea de solicitar la protección y añadió que se trata de un primer paso, porque el objetivo final es unirse a otros países donde también se juega para solicitar su declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. “Sería cuestión de ir todos los países de la mano porque es un juego que está muy extendido y se practica en lugares como Sicilia, Nápoles o Eslovenia”, concretó.
Se jugaba en todos los pueblos
En la provincia de Teruel se juega de manera habitual actualmente en la Sierra de Albarracín, pero antaño se practicaba de forma cotidiana en prácticamente todos los pueblos de la comarca del Matarraña y en muchos del Maestrazgo. “En el Matarraña no se ha perdido, pero en muchos pueblos no se juega ya”, lamenta Jasa Guarc, que es de Monroyo.
El juego se desarrolla entre dos personas que, turnándose, pueden llegar a ser cuatro, en posición de pie o sentados. Simultáneamente dicen un número, intentando adivinar la suma de dedos expuestos, no más de diez, que cada uno de ellos muestra, y gana el que los acierta.
El juego se asocia a una serie de circunstancias y factores que lo caracterizan. Así, solía jugarse en momentos de descanso e incluso en momentos de trabajo en la comunidad en mercados, ferias y tabernas.
Los espacios y lugares en los que se jugaba casi siempre eran espacios públicos en los que se reunía el vecindario (plazas, lonjas, espacios feriales y mercados, tabernas…), se apostaba, bebía y jaleaba a los oponentes; incluso se cerraban tratos o dirimían conflictos con la ayuda del juego.
Los jugadores son en su mayoría hombres adultos, aunque en el proceso contemporáneo de actualización del juego se incorporan también las mujeres y los niños por imitación del juego.
La morra no exige una equipación especial y el único elemento del juego es el cuerpo humano, donde las manos marcan el número y las expresiones gestuales y corporales son de gran importancia para amedrentar al adversario. Esto ha facilitado su práctica en cualquier circunstancia y lugar.
Según recoge el expediente, la esencia del juego es adivinar los dedos mostrados, en un ritual de gestos y voces, con un timbre y tono determinados, intervienen también la velocidad o las pausas, la intensidad e inflexiones de las voces, los ritmos en el transcurrir del juego. Es un juego en que se valora la experiencia y la veteranía, lo cual implica cierta autoridad y liderazgo en el juego.
Cualidades que acompañan a los buenos jugadores como son: la bravura, la rapidez, la nobleza y la lealtad. Especialmente cuando se forman pequeños equipos, para que un jugador «siga el punto» continuando la jugada del anterior.
Profesionalización
En la actualidad el juego de la morra va incorporando pequeños cambios lo que nos indica la vitalidad del mismo. Se va profesionalizando mediante la formación de asociaciones, grupos, celebración de campeonatos, precisión de la reglamentación, etc. Además, se somete a algunas transformaciones: se abre a las mujeres, se introducen jurados y reglas, así como algunos logos identificativos y reconocibles del juego. Se asiste actualmente a un resurgir del juego, aunque nunca se perdió en las serranías turolenses, a pesar del despoblamiento de algunos de sus núcleos de población.
La morra, por sus características, su evolución histórica y su pervivencia, trasciende los parámetros de un mero juego. Es un juego de comunidad, de comunicación, de importante expresividad, es incluso un juego psicológico y mental, que entretiene y de resolución de conflictos, además contribuye a la relación intercomunitaria y vecinal.