Heraldo de Aragón
La masa boscosa de pino rodeno esconde abrigos con una de las mayores concentraciones de arte rupestre post-paleolítico del suroeste de Europa
Albarracín necesita poca presentación. Es uno de los pueblos catalogados como más bonitos de España y de los más turísticos de Aragón. La villa medieval, con su trazado original, las ruinas de la muralla y el castillo, y su catedral del Salvador atrae a numerosos turistas cada año. La localidad es el gancho pero uno no puede irse de ella sin conocer el entorno. Enclavada dentro de un Parque Cultural, el entorno que la rodea está lleno de patrimonio geológico, paleontológico y arqueológico.
A escasos minutos del casco histórico de Albarracín se encuentran los pinares de rodeno, un espacio que desde 1995 cuenta con la declaración de paisaje protegido. Una distinción concedida tanto por la riqueza natural de esta masa de bosque de pino rodeno, como por los abrigos de pinturas rupestres que guarda. Es una de las mayores concentraciones de arte rupestre post-paleolítico del suroeste de Europa y se puede conocer recorriendo cuatro senderos señalizados.
El S-1 es el de la fuente del Cabrerizo, que lleva hasta el abrigo del mismo nombre. Es un recorrido de 7,6 kilómetros, con un tiempo estimado de algo más de dos horas y, al tratarse de un sendero turístico, las indicaciones están garantizadas. El S-2 es el sendero de Prado del Navazo, que lleva hasta cuatro abrigos: el de los Toros, el del Tío Campano, el de Lázaro y el de los Cazadores. El S-3 es el del Arrastradero y el que lleva a un mayor número de pintura. En concreto, acerca al visitante hasta seis abrigos (la Cocinilla del Obispo, el Arquero de los Callejones Cerrados, los Dos Caballos, el Medio Caballo y covacha de las figuras amarillas, el Ciervo y el de las Figuras Diversas). Por último, el S-4 es el sendero de doña Clotilde y lleva hasta la cueva del mismo nombre.
El conjunto lo componen un total de 26 sitios visitables, repartidos por los pinares de rodeno, que se extienden por los términos municipales de Albarracín, Gea y Bezas. Desde cualquiera de las tres se puede acceder fácilmente a los senderos, hasta los que se puede llegar en coche. Lo mismo sucede con el centro de interpretación de Donarque y las áreas recreativas del Paisaje Protegido, como la Fuente Buena, Navazos o las Casilla de Gea, donde hay merenderos con mesas. Por su parte, en Pozondón y Ródenas hay dos grandes zonas de grabados que también son de interés.
Si las pinturas son dignas de admirar, no lo es menos el entorno que las rodea. En los pinares de rodeno predominan las areniscas rojas. La acción de la lluvia, el viento y los cambios de temperatura sobre este material ha hecho que se adquieran muchas formas peculiares. Esto, sumado a que los cursos del agua encajonada entre dichas rocas ha provocado la aparición de escarpes, hoces y callejones, hace de este un paisaje singular. Para conocer este entorno, ya sea caminando o en BTT hay una red de once senderos, incluidos los ya citados que llevan hasta las pinturas rupestres.
La laguna de Bezas y otros enclaves naturales
En dirección sur desde el centro de interpretación está la laguna de Bezas, otro de los grandes atractivos de este paisaje protegido. Es la más grande de la sierra de Albarracín y se extiende por los términos municipales de Bezas y de Albarracín. Se puede recorrer a pie o en bici, entre un espeso sabinar y el pinar de rodeno que caracteriza a toda esta zona. Dos senderos, el SL-TE 25 desde Las Tabernillas y el PR-TE 116, circular desde el C. I. Donarque, llevan hasta este enclave.
Siguiendo en la misma dirección, se encuentra el conjunto de Ligros, Pajarejo y Olivanas de Albarracín, enmarcado dentro de un paisaje de callejones en rodeno verde, barrancos y construcciones tradicionales. Por esta zona pasa el sendero SL-TE 23, que va desde la casa forestal del barranco de Ligros hasta el campamento que los maquis de la Guerra Civil tenían en el rodeno. Por su parte, el prado del Tormón alberga el abrigo de la Cerrada del Tío Jorge.
Una ruta por la historia
Aunque las pinturas rupestres centran casi todas las miradas del Parque Cultural de Albarracín, en este espacio hay otros restos que son como una ruta por la Historia. En lugares como la cueva de la Artesa, el yacimiento de la Loma de la Tejería o el de la Tajada Bajera hay vestigios de la Edad de Bronce. De la cultura celtíbera quedan restos en Griegos y de la época romana se conserva el trazado de un acueducto que llevaba agua desde el río Guadalaviar hasta Cella. No podía faltar, por supuesto, la Edad Media, ampliamente representada por los castillos de Albarracín y Peracense.
Para conocer todo este entorno, varias entidades organizan rutas turísticas que pueden ser personalizadas y a través de las que se da a conocer tanto el patrimonio cultural como el natural. Así, a través de la Fundación Santa María o El Andador se puede recorrer Albarracín y su entorno para no perder ni un solo detalle de las maravillas que esconden los pinares de rodeno y la sierra de Albarracín.