También en Bezas se seguía la tradición del fuego, común a los pueblos ibéricos, pero sin alcanzar los alardes de otros sitios de España.
En el pueblo se celebraba la festividad de San Antón con verdadera alegría y emoción, el misticismo y la purificación que rodea al fuego hizo que ésta fiesta en sus inicios alcanzara una religiosidad que con el tiempo fue perdiendo; a principios de siglo, era ya más profana que religiosa, no relegándola a la simple bendición de los animales, aunque dadas las fechas, 17 de enero, era normal que estos guardaran descanso en sus respectivos cobijos.
Las familias habían previsto la fiesta de antemano, guardando y trayendo exprofeso del monte grandes ceporras de sabina y carrasca para formar la monumental hoguera en la plaza, y leña, trastos viejos, todo lo que pudiera ser quemado, la muchachada se ocupaba de ir recogiendo casa por casa al grito de “Leña para San Antón”.
Al final de la tarde se prendía fuego y acudía todo el pueblo, se asaban morcillas, patatas y longanizas, se saltaba la hoguera valiéndose de grandes palos. Después de cenar los vecinos hacían hogueras en sus puertas volviendo a asar alimentos, se contaban historias y chistes. De hoguera en hoguera se iban tomando los chatos de vino que en las mismas se ofrecían, se cantaba y se rondaba, quedando también tiempo para la nostalgia.
Tal vez algo similar a lo que sentimos al recordar todo aquello. No obstante, esta fiesta y tradición ha llegado hasta nuestros días. En los años sesenta y setenta las hogueras alcanzaron una rivalidad importante entre el barrio de arriba y el de abajo, ahora se hacían dos monumentales y sería difícil decir cual llegó a ganar, el empeño era tal que se llegaba a extremos de ir a buscar leña al monte para la hoguera, o como alguno más vivales, a cogerla de alguna de las muchas bardas de leña que se repartían por el pueblo.
Como se iba almacenando la leña, no faltaron las trifulcas entre los dos barrios a causa de algún leño “desaparecido”, pero prendida la hoguera, se calmaban los ánimos para volver con más fuerza el próximo año.
Si pasáis por Bezas éste día de enero, no dudéis que al anochecer podréis contemplar las lenguas de fuego de las hogueras; pocas y pequeñas, pero allí estarán, recuerdo imperecedero de un tiempo pasado.