Heraldo de Aragón / Pablo Ferrer / 10-10-2021
ARAGÓN ES EXTRAORDINARIO
Situada en las cercanías de Bezas, mide 1.535 metros y ofrece una vista en 360 grados de la Sierra de Albarracín, la ciudad de Teruel y localidades de varias comarcas, incluyendo algunas valencianas y castellanas
La belleza del Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno en la Sierra de Albarracín ya no es un secreto para nadie en Teruel, y cada vez recaba más adeptos en todo Aragón y buena parte de la Comunidad Valenciana. De los muchos sitios que deben visitarse en este entorno, la Peña de la Cruz (o Peña Botanera, como la llaman cada vez más en la zona, como la llamaban también antaño) es un regalo para los sentidos, especialmente el de la vista.
Situada a cinco kilómetros de Bezas, y muy cerca de Valdecuenca y Terriente, la Peña no es el monte más alto de la comarca, pero sí posee una de las mejores panorámicas; culmina en un pico muy accesible, tras cinco kilómetros de pista que pueden hacerse perfectamente en coche (es una ascensión suave hasta los 1.535 metros del pico desde el plano inferior y la carretera, que caminando a paso normal se lleva tres cuartos de hora de andada. En la Guerra Civil fue una posición privilegiada, y hay vestigios de la contienda bélica, con trincheras y nidos de ametralladoras como elementos más llamativos. Además, se erige en vértice geodésico. pertenece a Bezas, a apenas cinco kilómetros, también muy cerca Valdecuenca. Se llega a lo más alto por una escalinata empinada habilitada en la roca, aunque antes de subirla ya se aprecia un primer mirador en dirección sureste. Arriba está la gran cruz de hormigón y una caseta de vigilancia de incendios.
¿Y qué es la Peña Botadera, entonces? Pues un cabezo rocoso de arenisca roja, que remata la loma a la que da nombre. El nombre de Peña Botadera viene de una leyenda relatada por Pedro Martínez a su nieto Ramiro acerca de un hipotético tesoro enterrado. En el aparcamiento hay paneles informativos sobre el Rodeno y los vestigios de la guerra, visibles en un peñasco de rodeno muy cercano.
Aguzar los sentidos allá arriba tiene premio: huele a bosque, a mil y un arbustos aromáticos, a tierra mojada, y se ve ‘todo’. Todo es mucho decir, pero casi:al oeste Saldón, Valdecuenca y Jabaloyas con su Jabalón brujo (en lo alto de ese monte, además de las leyendas de aquelarres y la observación de estrellas, hay otro puesto de vigilancia) con Veguillas de la Sierra y la aldea de Arroyo Cerezo (de Castelfabib, en el Rincón de Ademuz, Valencia) al sur.
Al sureste están Villel, Libros y Tramacastiel; siguiendo el giro hasta los 360 grados se ven las pistas de esquí de Javalambre, Cascante del Río, Valacloche, Cubla y más allá Aldehuela, Castralvo, Formiche, Castelfrío… luego Caudé y Teruel, Cella, San Ginés, Peracense, Rodenas, Pozondón… y Escorihuela, Celadas, Villarquemado; incluso santa Eulalia y Singra. La brisa golpea la cara y dan ganas de recitar poesía, reprimidas en el común de los mortales, por la tentación de la consonancia o la incapacidad de contar sílabas. No quedan lejos la masía de Libros, hermosa finca privada, o el Campamento de los Maquis; muy cerca se yerguen desafiantes Peña Gotera y Peña Redonda, y se aprecia la huella quemada del incendio de Rubiales; no faltan La Muela de San Juan, Frías, Moscardón, Terriente, Calomarde, Royuela y el punto más alto de la Sierra de Albarracín, compartido con Guadalajara: el Caimodorro (1.920 metros). De los 10 puntos de vigilancia de la DGA en la Sierra de Albarracín, solamente el de Orihuela del Tremedal está fuera del rango visual desde la Cruz.