Heraldo de Aragón / Mª Ángeles Moreno
La consulta es una caja de sorpresas desagradables.
No tiene agua corriente desde hace meses ni calefacción en invierno. Faltan aparatos y otros, inservibles y peligrosos, llevan décadas almacenados. Las escaleras dificultan el acceso de la envejecida población.
José, un vecino de la localidad de Bezas, entra en la consulta del médico con sobrealiento y pulso acelerado. Para llegar hasta allí ha tenido que subir los 40 escalones que separan la planta calle del tercer piso donde se encuentra el despacho del doctor. No hay ascensor ni rampas que suavicen la subida. Antes que él, otras dos pacientes, una de ellas apoyada en un bastón, han hecho lo mismo. Los tres pasan de los 70 años, la edad media del centenar escaso de habitantes de esta pequeña población de la Sierra de Albarracín.
El médico, Ismael Soguero, soporta con resignación este problema después de haber protestado ante el Ayuntamiento muchas veces a lo largo de los más de cuatro años que lleva en Bezas. Cuando viene el ATS una vez por semana, y siempre que haga buen tiempo, ambos profesionales bajan a la calle e «instalan» provisionalmente en un banco su consultorio para tomar allí la tensión a los pacientes sin que estos tengan que subir tres pisos. Otras veces se desplazan a la vivienda del paciente que tiene dificultades para ir a la consulta.
«Si les tomásemos la tensión nada más haber llegado arriba, los datos saldrían alterados. Además es más fácil que bajemos nosotros que no que ellos suban una larga escalera», explicó ayer el facultativo.
Tuberías rotas
Pero la existencia de barreras arquitectónicas, que margina por completo a cualquier vecino en silla de ruedas o impedido, es sólo uno de los muchos problemas que tiene el consultorio local de Bezas, que parece haber sido abandonado a su suerte por las diferentes Administraciones responsables.
El centro no tiene agua corriente desde hace tres meses, por lo que el médico no puede ni siquiera lavarse las manos. Si alguien, personal sanitario o enfermos, tiene necesidad de utilizar el único váter que hay, de aspecto muy sucio y con un fuerte hedor difícil de soportar, a continuación el facultativo debe llenar un cubo de agua de la fuente de la plaza y subirlo para arrojarlo por la taza, porque la cisterna esta vacía. La llave de paso del agua de todo el edificio tuvo que cerrarse tras el reventón de una tubería en el piso de abajo, cuyo propietario no vive en Bezas y, por lo visto, resulta difícil de localizar.
En el consultorio no hay servicio de limpieza. Es el propio médico quien, cuando aprecia suciedad, barre, friega o quita el polvo. «Todo está obsoleto y en malas condiciones. Este local no puede continuar así porque en él se hacen desde curas a exploraciones a pacientes, como en otros lugares», se quejaba ayer Ismael Soguero ante el asentimiento de todos los pacientes que iban acudiendo a su consulta. Uno de ellos intervino diciendo que «aunque Bezas tenga poca población, los vecinos nos merecemos un local más digno y con todas las cosas que se precisan en un lugar de estas características».
Otro asunto preocupa al médico de Bezas, y es que en un cuarto lleno de muebles y trastos viejos «duerme» un antiguo aparato de rayos x, sin utilizar desde hace más de 25 años, cuando la localidad empezó a perder su papel de pequeña cabecera comarcal debido al declive de la extracción resinera, la principal actividad económica en el pueblo. Soguero teme que el paso del tiempo pueda haber dañado el núcleo radiactivo que contiene el aparato y en cualquier momento se produzca un accidente.
Para el desmantelamiento de esta máquina el médico de Bezas ha contactado con el Ayuntamiento y con Sanidad, «pero me llevan de un sitio a otro y aún no hemos solucionado nada. Tampoco mi función es desalojar aparatos y ocuparme de su destino», manifestó muy molesto.
En invierno, cuando las temperaturas nocturnas en la sierra de Albarracín son casi siempre bajo cero, el consultorio se calienta exclusivamente con dos estufas cuyas resistencias están averiadas parcialmente. La escasa potencia de la instalación eléctrica del centro tampoco permitiría el funcionamiento de los dos aparatos al 100% y a la vez, explica Soguero. Para caldear el local un poco más, «y evitar gripes», el médico ha llevado de su casa una estufa de butano. Tampoco hay caldera de agua caliente, lo que obliga a los pacientes a traerla de su casa en una botella cuando el facultativo debe extraerles tapones de cera de los oídos.
«Desde noviembre hasta abril, por lo menos, es imposible permanecer aquí mucho tiempo, porque esto está siempre helado y, además, las sillas son todas metálicas, que aún recogen más el frío», explica el doctor Soguero mostrando la sala de espera, cuyo mobiliario no tendrá menos de 50 años de antigüedad. Sillas y mesa disimulan un zócalo lleno de desconchones en la pintura y de grietas.
Sin armarios
Las quejas del médico de Bezas se refieren también a la falta de aparataje. Asegura que tiene solicitado un tensiómetro de mercurio desde hace más de dos años, sin que la DGA haya atendido su petición, lo mismo que un armario para guardar las historias médicas de los pacientes, que, de momento, permanecen apiladas en una caja de cartón de productos comerciales.
El Ayuntamiento de Bezas tiene previsto construir un nuevo consultorio médico local, pero su alcalde no oculta que las arcas municipales de la localidad no disponen de los fondos suficientes para hacer frente a una obra de esa envergadura. «Este municipio es pequeño y sin la ayuda del Gobierno aragonés y de los planes provinciales de la Diputación de Teruel, nunca podremos hacer un edificio nuevo», declaró esta semana el alcalde, el socialista Alejandro Alonso Martínez.
El presupuesto municipal anual de Bezas asciende a unos 540.000 euros y la construcción de un nuevo consultorio se llevaría casi la tercera parte. A pesar de lo elevado de la inversión y de no tener aseguradas todavía las subvenciones necesarias, el alcalde confía en poder empezar este año las obras en un solar próximo al actual consultorio y acabarlas el próximo año.